viernes, 27 de enero de 2012

El 2012 como el mar


Un poco tarde ya para desearles un feliz año nuevo, lo hago desempolvando el cactus usando agua de mar. La sal marina cura heridas; y si para muchas personas los golpeteos de las olas besando la arena, mientras ruge su murmullo enamorado, es nostálgico, para muchas otras es una maravilla divina.

En el Pacífico, para ser más preciso en la Bahía de Banderas, en las costas de la Riviera Nayarit y la costa de Jalisco, la imponente fuerza del océano rompe sus olas con impresionante amor sobre la playa, que la más dulce poesía queda corta al observar este espectáculo. Aún cuando por las noches sube la marea y agitado el mar, embiste el cobre de la arena, lo hace con pasión celosa como una madre protege a su retoño. Y así, año con año, y día con día, no me canso de ver el bravo, pero suave oleaje retozando en la costera.

Seguramente, ya habrán dos que tres que piensen: ¿Qué trae este infame aspirante a escritorcete? Dirán que siempre que estoy por estas tierras me afecta la cabeza, y puede ser, el agua salada se hace poesía romántica y su brisa acaricia en versos de arte mayor. Yo nomás me dejo querer. Pero la realidad es otra, como empieza esta entrada, desempolvo el cactus con agua de mar para desearles un gran año 2012. Fiel a mi manera de pensar y de sentir creo en un Dios que es mi padre, amigo, consejero, maestro, doctor y un interminable etcétera; mismo Dios que creó el imponente y poderoso mar con todo lo que contiene; mismo Dios que me da la confianza de poner en sus manos este y todos los años venideros, con problemas, tristezas, dolores, angustias, pesares, pero también agradeciendo gozos, alegrías, diversiones, triunfos y éxitos.

Así que observando la belleza del interminable azul marítimo, asegurándoles que si hay problemas grandes y fuertes como el bravío oleaje del océano, también hay un Dios que lo hizo vivo y lo puede mantener con una orden en calma total. Feliz 2012.


Texto: Jesús Cáñez.
Imagen: Jesús Cáñez.
Twitter:@HijodeTinTan