jueves, 22 de septiembre de 2011

De habladores a Habladores



Hace ya un tiempecillo que no escribía versos de ninguna clase, y mentiría si lo adjudico al ajetreo o a la flojera, así que mejor se lo colgaremos a la falta de sensibilidad. La cual me hizo regresar a la cadencia de la métrica y la rima a causa de varios acontecimientos: uno grande fue -sin duda-, el de un par de ojos y una botella de tequila, pero este no es el momento para hablar de ello.

Fue otro el tiempecillo en que después de recibir muchos loores y coronas de olivos, frutos de mis humildes letras, uno de esos "poetas" de internet, de los que creen ser el mismo Quevedo resucitado, me dijo que sabía del gusto que tengo por las letras de los buenos poetas -fallecidos, ya todos- y que mejor me dedicara a seguir leyendo, además de que mis versos sólo salían con whisky de por medio -eso sí, Johnnie Walker-. Tomé con tanta gracia sus comentarios que el señorito sufrió de una indignación que le produjo ciertos espasmos estomacales, de aquellos que hacen temblar las tazas de los sanitarios. Lo que más me causó alegoría fue cuando le solté dos que tres versillos para armar la batalla, y rajón como niña que avienta la piedra y esconde la mano decidió mejor buscar salida.

Así que aún con mueca risueña, un poco de humildad y un mucho de sarcasmo dedico este soneto para todos los habladores, que pa' Habladores -así con mayúsculas- está su nunca humilde servidor.

A mis 23

Mi Lope, mi Quevedo y mi don Luis
abrieron de mis versos el capullo,
soplando del Parnaso su murmullo
al néctar de mi hermosa flor de lis;

mi letra alimentó la gran Sor Juana
con alta, fiel y magna gallardía;
Darío reinventó mi poesía
cual dicha celestial por la mañana.

Genial, soberbio, grande a lo Machado;
con clase de altivez cual Pita Amor;
ególatra, orgulloso a lo Vallejo;

maestro ya mil veces me han llamado
y luego les conmueve su estupor
mis tiernos veintitrés en el espejo.


Texto: Jesús Cáñez.
Imagen: Google images/huevocartoon.com
Twitter: @jespaca