Hoy hace 200 años nace Edgar Allan Poe, el maestro del relato corto, del terror, del cuento policíaco y detectivesco, etc.
Su obra influenció a otros grandes como Cortázar, Baudelaire, Borges, Marmallé, Rubén Darío, Lovecraft, entre muchos otros personajes de la literatura mundial.
El pánico que él sentía fue fundamental para conseguir relatar sus prosas de manera sumamente magistral, pues el escritor y poeta, padecía de catatonia* (después de un desmayo, el pulso y la respiración se vuelven casi imperceptibles, corriéndose así el riesgo de ser enterrados vivos), lo que le produjo hacer personajes con el miedo a ser enterrados vivos o pasan por esa fatal experiencia.*
Sufriendo por el alcohol y las drogas, a lo que muy probablemente se le adjudica la causa de su muerte -hasta hoy desconocida- Poe vive de manera digna de ser escrita, incluyendo entre muchos detalles la boda con su prima Virginia, en ese entonces ella de 13 años y él de 25.
Entre sus obras más destacadas se encuentran: El corazón delator, El gato negro, El pozo y el péndulo, Los crímenes de la rue morgue, etc.
Pero la obra que hizo inmortal su nombre es en definitiva su poema El Cuervo, el cual goza de un estilo lírico y poético impresionable, lo que el maestro Poe, siempre buscó.
La biografía de este singular personaje la pueden encontrar en cualquier buscador, por lo que considero innecesario publicarla aquí.
El Cuervo (Fragmento de la traducción hecha por Juan Antonio Pérez Bonalde)
La ventana abrí —y con rítmico aleteo y garbo extraño,
entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de antaño.
Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto,
con aspecto señorial,
fue a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta
de mi puerta el cabezal;
sobre el busto que de Palas la figura representa
fue y posóse —¡y nada más!
Trocó entonces el negro pájaro en sonrisas mi tristeza
con su grave, torva y seria, decorosa gentileza;
y le dije: «Aunque la cresta calva llevas, de seguro
no eres cuervo nocturnal,
viejo, infausto cuervo obscuro, vagabundo en la tiniebla...
Dime: —«¿Cuál tu nombre, cuál
en el reino plutoniano de la noche y de la niebla?...
»Dijo el cuervo: «¡Nunca más!.»
Y como se dice comúnmente, al maestro con cariño:
A Edgar Allan Poe
Si a cuitas viscerales no respondes
vorágine fatal de intenso miedo,
guarda la voz cuidando grande el credo;
no sangres por favor la faz que escondes.
Y si al renuente fallo correspondes,
galante no prosigas sin denuedo,
consérvate a Francisco de Quevedo
e inspira el cruel temor adonde rondes.
Mas cuida involucrar el epitafio
de sabios y de doctos personajes
que buscan al lugar un cenotafio,
y deja fina herencia en gratas letras:
virtudes que se llegan oleajes
que al sueño mío siempre compenetran.
Jesús Cáñez
*Dato de Ricardo R. Ruiz, poeta amigo de Puerto Rico.
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