viernes, 12 de noviembre de 2010

La Décima Musa


La mayoría de las personas que me conocen, sino es que todas, conocen de mi gran afición por las letras de Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, mejor conocida por los cuates como Sor Juana Inés de la Cruz, o simplemente Sor Juana. Su obra, en el Siglo de Oro español cae en el barroco tardío, pero tal vez, es la que sobresale más dentro del mismo género, consagrándose como la mejor letrista en la literatura novohispana, ganándose los títulos de la Décima Musa o el Fénix de América.

La obra tanto poética como de dramaturgia en Sor Juana, carga con los influjos de grandes escritores de años anteriores a ella, tomándolos como modelos y sacanado de ellos, irónicamente, un estilo que aún podría cambiar más de lo imaginado.

Se deja ver influenciada fuertemente por Góngora y su culteranismo, que era el modelo preferido de la época, no ocultando su gusto por el Cisne Cordobés, especialmente en los romances y uno que otro soneto, en donde inclusive hace alusión a un verso final del mismo (aquel que empieza Este que vez, engaño colorido). Pero de igual manera consigue en sus versos una forma innovadora de la época que viaja más allá del Culteranismo de Góngora, el Conceptismo de Quevedo y la Filosofía de Lope de Vega.
Hace gala de su buen humor en varios sonetos y ovillejos y juega a modo personal con el arte menor y mayor en varias estructuras, desde el villancico a la silva como de la endecha a las redondillas, pasando por las liras, romances y sonetos, dejando probablemente el El primero sueño, su mejor poema, en capacidad lírica, belleza y género barroco.

En su obra teatral destaca de igual manera salvo que ahora bajo la influencia de Calderón de la Barca y su conceptismo, para muestra el título de la comedia de Sor Juana, Los empeños de una casa, que juega y modifica la obra de Calderón, Los empeños de un acaso. Mismo modelo Calderoniano el que se ve en Amor es más laberinto y nuevamente en el rescate de un género casi olvidado en el encargo de la corte de Madrid, los Autos Sacramentales con El Divino Narciso, El Cetro de José y El Mártir del sacramento.

Hoy conmemoramos un aniversario más de la gran humanista, literata y orgullo nacional que hasta en el papel moneda en color verde nos saca de apuros, el Fénix de América, Sor Juana Inés de la Cruz.

Les dejo un soneto de la autoría de la Décima musa en donde maneja con versos magistrales el culteranismo gongorino:

"DE DOÑA JUANA INÉS DE ASBAJE, GLORIOSO HONOR DEL MEJICANO MUSEO", AL PBRO. BR. D. DIEGO DE RIBERA, CANTOR DE LA DEDICACIÓN DE LA CATEDRAL.


Suspende, cantor Cisne, el dulce acento:
mira, por ti, al Señor que Delfos mira,
en zampoña trocar la dulce lira
y hacer a Admeto pastoril concento.

Cuanto canto süave, si violento,
piedras movió, rindió la infernal ira,
corrido de escucharte, se retira;
y al mismo Templo agravia tu instrumento.

Que aunque no llega a sus columnas cuanto
edificó la antigua arquitectura,
cuando tu clara voz sus piedras toca,

nada se vio mayor sino tu canto;
y así como lo excede tu dulzura,
mientras más lo agrandece, más lo apoca.

Texto: Jesús Cáñez.
Imagen: Google Images.

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